La música que acompaña el viaje de quienes visitan el centro de León, es parte de las fotografías y el color. De día o de noche, esos músicos, intérpretes, desafían el silencio que quedaría si quienes caminan no hablaran.
Son la música
de fondo de una ciudad que crece y se mueve, a veces en silencio, a veces en
compases.
El multi-instrumentista
Lo reconocen
porque toca tres instrumentos a la vez (a veces más): la guitarra, una zampoña
y percute un bombo con su pie derecho; además, marca el ritmo con un pequeño
pandero afianzado a su pie izquierdo.
Es EdgarAlvarado, tiene 26 años y cuenta entre 4 y 5 los años que lleva tocando en el
centro, motivado por “las ganas de querer tocar, de hacer lo que te gusta”.
Dijo que ante
la falta de foros y espacios para tocar, no se desmotivó, optando por
presentarse en el centro, “un lugar apropiado, como el corazón de León”.
Integra su repertorio con música andina, bajo la idea de compartirle a la gente un sonido agradable para todos, que independientemente de los gustos, pueda atraer a cualquiera.
Para lograrlo,
hace sonar sus cuatro accesorios musicales, en un proceso de aprendizaje que
dijo, no fue complicado ni de golpe, sino poco a poco y de un instrumento a la
vez. Considera la posibilidad de aumentar sus instrumentos: “pienso hacer más
cosas o traerme más cosas que pueda estar tocando mientras”, el proceso de
aprendizaje como músico “es algo que todavía no termina”, aseguró.
Destacó el
hecho de compartir ese tipo de expresiones con quienes lo ven por primera vez
así como con quienes ya lo reconocen pues “se necesita mucho de la motivación
de la gente”, además, enfatizó la importancia de manifestaciones artísticas que
contrasten con visiones negativas de las cosas, y que al mismo tiempo
pueda contribuir a que la gente libremente escuche, conozca y comparta una forma
distinta de crear y percibir la realidad.
Una Gaita alemana en León
Enrique
González toca la Gaita alemana y comparte su música al viento, a la gente o a
quien lo escuche, en uno de los accesos
a la Plaza Principal de León.
Su propuesta
es distinta y desde lo lejos, por el sonido, se hace oír: toca una Gaita que
hizo traer desde Alemania y que complementó con unas piezas que elaboró un
amigo. Tiene 23 años y es autodidacta.
Al
preguntarle sobre su labor y la de quienes comparten espacio con él, declaró
que defiende la expresión musical de quienes exhiben su música en lugares como
el centro y la calle pues desde lo cultural es importante. Sin embargo, dijo
“muchas veces se ve mal porque piensan que todos los músicos vivimos de tocar
en la calle cuando no es así”.
Describió que la
reacción de la gente al escucharlo tocar es como de intriga al no saber con precisión de qué
instrumento se trata. Cuenta con tres gaitas, las eligió “porque es
un instrumento poco usual, me gusta mucho su sonido, la forma de tocar. Es algo
muy interesante”, concluyó.
Cilindrero de décadas
Con 35 años
como cilindrero, Héctor hace sonar su centenario instrumento bajo la sombra del
Portal Bravo. Una melodía dulce que brota de una caja, es la expresión musical que
comparte a quienes pasan, escuchan, se acercan, y le dejan a su vez una moneda.
Se trata de
un legado generacional que comenzó en los años 30 cuando su abuelo comenzó a
tocar el Cilindro. Después pasó a su padre que hizo lo propio a partir de los
años 50, siendo ahora Héctor quien mantiene viva la tradición en uno de los
varios pasajes que componen el cuadro principal de la Ciudad.
Es leonés y se
reconoce como “una pieza más” de la Zona Centro, pues el sonido único de un
instrumento como el suyo se distingue de cualquier otro, y defiende el oficio
tan antiguo del cilindrero que empezó, aclara, no en la calle, sino en las casas
como parte del acompañamiento que tenían las familias al interior de sus
hogares.
Es su medio
de vida, y de todos sus hermanos, es el único que siguió con el oficio iniciado
por su abuelo. Respecto a sus hijos, insistió en que se trata de algo
voluntario, ellos deciden si continuar la tradición, respetará lo que decidan.
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