lunes, 26 de octubre de 2015

Justo a tiempo.


El día que León debía volver al futuro llegó a tiempo, pero primero había que volver al pasado.
21 de octubre de 2015, sala llena, boletos agotados desde casi una semana antes. Era la fecha indicada por la ficción, una historia ficticia que marcó una época generando fenómenos, todo un lugar cultural y de historia, en fin, una historia de culto.
Desde semanas antes se preparaba la antesala: memes, conmemoraciones, homenajes, noticias, cortos alusivos y anuncios del lanzamiento de objetos representativos de la trilogía: esos tenis Nike autoajustables; Pepsi Perfect; reediciones en Blu-Ray y hasta rumores de una cuarta parte no menos que imposible: Christopher Lloyd es casi un octogenario y Michael J. Fox sufre Parkinson desde principios de los años 90.
Pero el legado está ahí, tres décadas después y miles alrededor del mundo esperaron impacientes para conmemorarlo.
Esa sala estaba llena, las luces prendidas y el leve rumor de la espera. ¿Cuántos DeLorean hay en un momento específico de la película? ¿Marty se pudo haber desintegrado? ¿Por qué el Doc leyó la carta que Marty le dejó en 1955 advirtiéndole de su muerte a manos de los Libios? “Usted es el Doc, Doc”… y demás.
Los sonidos particulares de las cosas las hacen presentes con lo mínimo, y ese comienzo tan único de la parte II, tan pequeño y discreto, puso en silencio a la sala.
Sin embargo, las luces no se habían apagado.
Silbidos, algunos gritos, ciertos abucheos, bromas y molestia; mi papá, identificando a los de su generación me dice: “Ja, sí, sí son de la época”.
Las quejas no paran, la película sigue y las luces siguen prendidas. Marty en pantalla con Jennifer y justo cuando el Doc irrumpe en la escena a bordo del DeLorean (ya el segundo DeLorean, el de Mr. Fusión) la luz se apaga de golpe.
Entonces empezó la historia.
La simpleza del momento facilita las risas; la actuación siempre exagerada del Doctor Brow siempre es cómica y agradable, Marty, ligeramente más tranquilo es un joven aventurero, viajero en el tiempo, que no soporta que le llamen “gallina”.
Y llegó la primera frase de muchas que sin duda podría ser identificada casi por cualquiera: el Doc avanza en reversa, se detiene y se prepara para despegar, Marty viendo el panorama de la calle le advierte que no hay suficiente camino para acelerar y lograr las 88 millas por hora necesarias para el despegue, el Doc se acomoda sus lentes futuristas y contesta: “Marty, a donde vamos no necesitamos… caminos”. Y despega en vertical hacia el 21 de octubre de 2015.
De inmediato se encuentran en un panorama oscuro en medio de un tráfico de autos que vuelan, Marty no entiende y luego de preguntarle al Doc dónde y cuándo están, llegó el momento más icónico de todos: el Doc le muestra el tablero de las fechas de viaje; el tablero llena la gran pantalla y el miércoles 21 de octubre de 2015 aparece haciendo celebrar a todos, aunque la realidad representada sea considerablemente distinta.
El Doc, Marty y Jennifer llegaron a Hill Valley California el día señalado a las 16:29 horas.
Y así la sala 11 de Cinépolis se convirtió en una cápsula del tiempo donde decenas de personas viajaron durante horas a un pasado no tan remoto que aun siendo pasado los llevó de vuelta al futuro.
La historia estaba ahí siendo contada una vez más después de casi 30 años, la memoria de quienes la vieron en el cine o en algún VHS pirata se activaba con los pasajes más representativos de la película, sus escenas, diálogos y su música; la historia llevó a algunos a encontrarse en el único 21 de octubre de 2015 de todos los tiempos, un día que no se repetirá jamás, y al que sólo se pudo, se puede y se podrá llegar gracias a una máquina del tiempo.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario