miércoles, 28 de octubre de 2015

Un mundo dinámico del inmóvil de Pedro (Segunda parte)


Después de analizarlo mucho se dio cuenta que no bastaba con lo que había hecho, tarde o temprano su madre se conseguiría a otro esposo y tendría otros hijos y se volvería a olvidar de él, le tenía tanto amor que no dejaría que nadie se le acercará y sólo había una manera de conservarla suya para siempre, parar el tiempo, conservar a su madre tal como ahora lo estaba, sola con él, sólo a él, decidió que ella no podría morir con dolor, tenía que ser de una manera suave como ella, entonces abrió las llaves del gas, cerró todas las salidas de la casa con llave y esperó a que hiciera efecto su plan, poco a poco vio como la madre desesperada comenzaba a buscar una salida, y aún cuando lo tenía enfrente parecía no verlo, seguía teniendo esa mirada de ausencia que él no lograba explicar, ¡ahí estaba él! ¿qué no le bastaba?, estaban juntos, y lo estarían siempre.

Él no trataría de escapar ni de salvarse, se quedó a un lado se su mamá contemplando como ella se desvanecía y la vida del cuerpo se le iba esfumando para ser compensado por el gas. Y ese, su último día, lo vivió tranquilo, ella nunca se volvería a separar de su lado y no amaría a nadie más, sólo a él.

 Al día siguiente, el doctor le pregunta a la mamá de Pedro:
-¿Cómo ha estado Pedro después del accidente?

-Mal doctor, desde que el idiota de su padre lo aventó por las escaleras por miedo a que confesara su infidelidad, Pedro ha quedado sin vida, cada día vengo a visitarlo al hospital pero él no parece notarlo, no puede pararse, no puede comer, no puede hablar si quiera, es como si ya no estuviera aquí, ¡postrado en su cama por el resto de su vida!  Eso es lo que le queda desde aquel día, pobrecito, tan inofensivo, ¿qué estará pensando?.



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